Ballet



Ballet

Las últimas volteretas descargan toda mi energía y cuando el público se levanta y aplaude dejo escapar un leve suspiro. Busco con la mirada entre los presentes unos ojos verdes que me miren con esa chispa, pero no los encuentro.
Mis compañeras se van agrupando en una fila para saludar, yo me escabullo y consigo salir a la calle mediante una salida de emergencia.
El aire frío de los otoños en París me corta la respiración por un momento. Pero no me importa, corro por las calles sin saber a donde voy ni de donde vengo.
La gente me mira como si estuviera loca, porque seguramente lo estoy, pero no puedo hacer otra cosa que correr mientras los mechones de pelo se salen de mi cuidado moño y el aire juega a levantar el tu-tu.
Una calle más y estaré bajo su balcón. Me he convertido en Romeo, pero no me importa.
Una vez que llego al destino que he improvisado mientras huía me quedo parada frente a la puerta y el olor a jazmín que lo inunda todo.
Levanto la vista y ahí están esos ojos verdes asomados por una ventana, luego sonríe y yo doy una graciosa vuelta de bailarina mientras él baja las escaleras y se presenta como mi público, aplaudiéndome.

— Te quiero.

El aire se lleva sus palabras pero mis sentimientos se quedarán siempre en este momento.

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