Frío

Frío

Las manos lanzan descargas que me hielan la sangre. Enciendo el ordenador y abro el documento donde escribo solo sobre ti. Me gusta dedicarte estas palabras todos los días que me siento con ganas de pensar que tal vez si sueño algo con fuerza pueda suceder en un futuro.
Intento describir con palabras la forma en la que tu pelo largo de color marrón madera cae por tu frente y que cuando te cortas el pelo el contraste con tu piel blanca me hace pensar en seres fantásticos sacados de las novelas que me llenan la cabeza de pájaros y sueños.
Luego tecleo rápidamente, sin pararme a pensar mucho, lo que me hace sentir verme reflejada en tus ojos verdes, son como el aguamarina aunque con un tono de más verdor. Me gustan. Me encantan.
A través del tejido de los calcetines se filtra el aire cortante, que duros son los inviernos.
El viento, el frío, las noches en las que miras el cielo oscuro a través del cristal empañado.
Decididamente prefiero el verano, donde puedo escuchar música tirada en la toalla. Prefiero volver a este último verano, cuando me pasaba las horas pensando en ese último mensaje que me habías mandado.
Ahora solo hay frío, que me recuerda que de alguna forma, estoy sola.

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