El sol amanece por el este


El sol amanece por el este como todas las mañanas. Una nube lo tapa un instante. El viento mueve las ramas de un árbol. La cortina se mueve un poco y deja entrar la luz. Despierto sumergida en la realidad de un nuevo día. Un antiguo nuevo día. Un día como tantos otros. Con las mismas alegrías y tristezas sin sentido de siempre. 
Siento que tengo que encontrar un camino por el que redirigir mi vida. Pero no me encuentro. No se a donde voy ni si quiero seguir por aquí. Estoy totalmente perdida. Ahora que me he despegado de ti, de mi antigua yo, ahora no me queda más que una vida extraña que tengo que volver a dibujar... pero hace tanto tiempo que no tenía una situación así que ya no recuerdo ni como coger el pincel para empezar. 
Me dejo arrastrar por la corriente... hasta que en algún momento del trayecto encuentre mi desvío. 

Un suspiro que ría.


El cielo esta anaranjado esta tarde.
Quiero subir escalón a escalón a las nubes.
Gritar tu nombre en el cielo,
mirar a las golondrinas escuchar mi anhelo. 

Quiero ver un río correr, 
sonreír con cada destello.
Quiero verte una vez más.
Que tus besos me vuelvan a engañar.

Voy a cerrar todas las ventanas de mi corazón. 
Pero vuelve esta noche.
Quiero ver de lejos el paraíso,
tocarlo con los dedos y dar media vuelta. 

Quiero ver amanecer un nuevo día.
Un suspiro que ría.
No más lágrimas coleccionadas en la almohada.
Evaporarlas poco a poco todas.

Una barca para nosotros esta tarde.
Sentir el agua correr bajo nosotros,
sentir que el mundo fluye.

Un paso y luego otro más,
tu en un lateral,
yo en el de más allá.

Buen viaje corazón, 
que te vaya bien en el camino,
yo procuraré no dibujar más piedras en el mío.

Quiero descubrir lo que es aprovechar una oportunidad...


Quedan tantas cosas por hacer que veo estúpido mirar atrás. Mirar atrás cuando ya no queden más metas que traspasar, mirar atrás cuando haya cumplido todo lo que tenía previsto. Mirar atrás cuando mi alma comience a apagarse para ver todo lo que he logrado. Pero ahora no, no es el momento. 

Quedan mil canciones alegres que cantar a todo pulmón. Chaparrones que aguantar. Tazas de chocolate. Riñas. Sonrisas. Risas. Gritos. Vida. 

Un viaje que realizar, a lo largo de uno y mil días. A cada paso una nueva historia. A cada suspiro un nuevo nombre que me quite el sueño. Quedan tantos más. Queda tanto que traspasar. 

Enfados de los que aún no se el motivo. Besos. Libros. Poesías. Reflexiones. Quedan tantas equivocaciones que cometer que ya no quiero pensar más en las de ayer.

Al final puede que queden palabras que no nos hemos dicho. Aunque también es posible que mi último aliento hacia ti fuera expulsado de mí hace mucho tiempo ya. 

Quiero sentir los cantos de los pájaros cada mañana. Quiero oír los grillos cada noche de verano. Quiero volver a ver un recuerdo tuyo y sonreír como sonreí entonces. Quiero reírme por lo que ayer lloré. Quiero vestir con formas a las nubes. Peinar mi pelo cada mañana porque se ha enredado entre las sábanas. Quiero descubrir lo que es aprovechar una oportunidad...


Al fin.



La tranquilidad llega como una ola no esperada. Lleva viéndose lejana mucho tiempo, tanto que creí que no avanzaba, que estaba anclada al mar y que no llegaría a la orilla nunca. Pero cuando menos lo esperas, cuando haces un último esfuerzo, un esfuerzo con los hombros caídos y el convencimiento de que no servirá para nada... como le ha pasado a todos sus antepasados, por fin logras lo que tanto esperabas, por lo que llevas luchando tanto tiempo ya. El olvido.
Al fin la ola del olvido lame poco a poco la orilla de los recuerdos, borrando las pisadas de ayer, los restos de cristales rotos de aquella ventana que un día cerraste con un golpe seco.
Y estoy feliz, contenta, orgullosa de mi misma. Me siento como el niño que consigue volar la cometa con la que ha estado peleando una hora para que despegue del suelo.
Después del tiempo malgastado pidiendo que las cosas cambiaran, poder recuperar lo nuestro, poder arreglarlo todo o ya incluso poder olvidarlo para así descansar, me he dado cuenta de que el camino era más sencillo que todo eso, menos complicado, más cercano. El camino era simplemente cerrar los ojos.
No te he olvidado, lo sé. No he olvidado esa pequeña historia que nos unió. No creo que pueda olvidarlo algún día. Simplemente lo he aceptado. Las cosas no son como queremos que sean y no podemos quedarnos atascados en el momento en que los caminos se tuercen en la dirección que no queremos. Si no puedes vencerlo, únete a él. Pues eso es lo que he hecho, lo que al final decidí hacer como última opción. Dejar correr todo como lo hizo él. Mirar en otra dirección, quizás a un futuro menos negro. Quizás gris. O con rayas de un blanco prometedor. Tengo metas nuevas. Estoy feliz por miles de razones, pero sobre todas, porque he comprendido que no te necesito para serlo.

Y no mirar atrás


Soy consciente de que tu nombre se me pasará alguna que otra vez por la cabeza y que volveré a verte, mañana mismo. Pero no volveré a centrar mis pensamientos en ti, no volverás a ser nunca más el foco de mis pensamientos, fuiste un escalón que poco a poco y con esfuerzo estoy dejando atrás. No me lamentaré más pensando que tu saltaste mi escalón sin dudarlo, sin que te escocieran los ojos ni te vacilara el alma. Tú y yo somos diferentes, siempre lo hemos sido. Y aunque lo eramos... yo me vi reflejada en ti, en tu forma de ver la vida, en tu forma de mirar los pequeños detalles. Y me enamore. Me enamore de palabras. Me enamore de sentimientos que yo sola me cree al leer cada coma tuya, mi imaginación creo una comedia romántica solo para nosotros dos, un guión que se fue haciendo realidad en mi mente pero que no llego a la tuya, canciones que me hacían pensar en ti, canciones que describían mi historia ficticia. Momentos que se quedaron grabados en mi corazón, para siempre. Miradas que significaban todo. Me enamore de la persona que creí que eras. Ese chico de pelo rebelde y ojos cautivadores que me miraba el alma cada vez que se fijaba en mí, ese chico que me hacía suspirar con cada mensaje, ese chico que decía lo que tenía que decir sin que le fallara la voz o las agallas... pero resultó que no mirabas mi alma sino mi sombra, resultó que ese mensaje no significaba nada para ti, resultó que eso que defendías no lo creías de verdad, resultó que no estaba enamorada de ti, que nunca lo estuve.
Y resultó que un día lo comprendí. Pude ver al fin que mi vida no se acababa porque ya no miraras mi sombra ni me mandaras mensajes sin importancia... mi vida era mucho más que tu presencia fantasma. 
Llegó un día en el que me prometí no mirar atrás, esta vez de verdad. No cambiar cada gota de mi alma por un instante de ayer. Llego el día en que aprendí a sentirme yo misma. Llegó el día en que supe que para explicar quién era yo, no tenía que nombrarte, porque no eras parte de mi vida. 
Y ese día,
es hoy.